Este anglicismo, en su traducción al castellano ‘empresa emergente’, es una palabra que está sonando mucho en el mundo de los negocios.
Para que una empresa se considere startup deben confluir tres factores: ideas, tiempo y digitalización. Las startups nacen de ideas innovadoras, son organizaciones recién creadas (es decir, se las considera startup en su fase de arranque) y hacen un fuerte uso de las nuevas tecnologías.
¿Por qué más se llama startup? A continuación, vamos a desglosar más este concepto que nace en Silicon Valley durante los años 50 y que designa a un tipo de empresas muy concretas.
Principales características de las startups
El espíritu startup tiene unos rasgos específicos que las hace muy diferentes de las tradicionales formas de emprendimiento y de las pymes.
Como se ha mencionado antes, las startups tienen en común que parten de una buena idea. Estas empresas llevan en su ADN una fuerte innovación que les sirve como ventaja competitiva. Esta característica, unida a la capacidad de transformación, hace de estas empresas seres dinámicos capaces de afrontar los imprevistos y de desarrollarse continuamente.
Las startups suelen utilizar modelos de negocio centrados en los problemas en vez de las soluciones. Esto significa que basan mucho su comportamiento en el ensayo de prueba y error y que no se aferran a una sola manera de hacer las cosas, sino que identifican qué necesita el mercado y van probando muchas alternativas hasta satisfacerlo basándose en el método Lean Startup.
Hemos hablado de que la definición exacta es ‘empresa emergente’, es decir, organización de nueva creación. De esta descripción pueden surgir dudas: ¿cuánto dura el periodo de arranque? ¿en qué momento una startup deja de serlo? Hay consenso en que, si una empresa sale a cotizar en bolsa, deja de ser una startup. También es una característica importante la independencia: si se realizan fusiones o adquisiciones también se pierde el título de startup.
Este tipo de empresas también comparten la visión de futuro y la ‘escalabilidad’. Desgraciadamente, muchas startups desaparecen en sus primeros años de vida. Por eso, para que se le considere como tal es importante la ambición por crecer y expandirse. Últimamente se ha empezado a hablar del término ‘scale up’, que sería la evolución de la startup. Para pasar a este nivel, la empresa ha de alcanzar un nivel de facturación de un 20% anual durante tres años.
Gigantes tecnológicos como Google o Facebook nacieron como startups. La flexibilidad, innovación, pensamiento a largo plazo y adaptación a los consumidores son las claves que les permitieron crecer exponencialmente.
Otro de los factores que funcionan como denominador común de las startups es el tipo de financiación. La mayoría de las startups suelen utilizar fuentes de financiación para empresas similares y la mayoría no tradicionales. Muchas de ellas se alimentan de las conocidas como ‘tres F’, por su nombre en inglés, ‘Family, Fools and Friends’. Utilizar a personas cercanas como inversores es muy común entre los emprendedores debido a la fácil accesibilidad.
Otra forma de financiarse que utilizan es la búsqueda de ‘business angels’, es decir, de individuos dispuestos a invertir económicamente y a colaborar cercanamente con el negocio aportando conocimientos. También existe el capital semilla o seed capital, que es similar a una inicial oferta de acciones. Por otro lado, es conveniente investigar las ayudas para emprender que existen en las organismos públicos, a nivel estatal y regional.
Los sectores favoritos de las startups
En la cabeza de este ranking se encuentra el sector Fintech, que se basa en la incorporación de las nuevas tecnologías a las finanzas. Algunos de sus ámbitos de actuación son el Big Data, la búsqueda de nuevos medios de pago y las criptomonedas.
La ventaja competitiva con la que cuentan las startups en este sector frente a grandes empresas consolidadas es su capacidad de transformación e innovación. Este campo acelera a niveles insospechados, por lo que estas pequeñas y dinámicas empresas son más ágiles para dar respuestas a las necesidades de los ciudadanos.
Banca online, mejoras en gestión de identidad digital, monederos digitales, predicciones sobre bolsa, etc. En el mundo de las Financial-Technologies se abre un sinfín de oportunidades y una gran diversidad de formas para crear startups.
Las startups que buscan tener un impacto social también se han convertido en sujeto de éxito. Las preocupaciones por el desarrollo y la sostenibilidad de gran parte de la ciudadanía han provocado el nacimiento del término Inversión Socialmente Responsable (ISR), por el que muchos inversores se aventuran a poner su dinero en startups que cumplan ciertos principios y valores.
Uno de los retos a los que se enfrentan estas últimas startups es a la rentabilidad. Hacer que un proyecto con fines sociales sea rentable puede parecer complicado, pero según afirman CEOs de estas empresas, es perfectamente compatible.